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Leyenda del Krampus


Todos conocemos la leyenda de Santa Claus, San Nicolás, Papa Noel o como quiera que se le llame. Pero detrás de la imagen de un Santa Claus generoso y amigable con los niños, hay que recordar que existía en el pasado una diabólica leyenda pagana de navidad que recientemente ha renacido, es la del Krampus que se celebra el 5 de diciembre, la víspera del día de San Nicolás. Hay una leyenda que cuenta que los niños que se portan mal reciben de regalo de navidad un trozo de carbon pero en algunos países de Europa, a los niños malos se los lleva en un saco un demonio muy malo llamado Krampus, quien es el espíritu de la Navidad o el espíritu de la naturaleza invernal. La palabra Krampus proviene del antiguo alemán “krampen”, que significa garra. Según la leyenda Santa Claus no viajaba solo, su acompañante era Krampus, un diabólico personaje cubierto de pelo, con una larga lengua roja, largos cuernos y algunas veces llevando un escobilla de abedul o un tridente, resultaba tan peligroso que San Nicolás lo controlaba con fuertes cadenas. Mientras San Nicolás recompensaba con regalos y dulces a los niños buenos, Krampus por el contrario se encargaba de los desobedientes a quienes llenaba sus zapatos con carbón o papas podridas. Dependiendo de sus faltas Krampus podría además castigarlos con su escobilla de abedul, o lo peor a los muy traviesos los secuestraría cargándolos dentro de su costal para devorarlos en el Infierno. En realidad, la iconografía del Krampus, difundida a través de tarjetas de navidad, postales y en libros infantiles, era lo suficientemente terrorífica para mantener la disciplina de los niños, allí se mostraba a Krampus golpeando, torturando e incluso cocinando las criaturas en aceite. Otra parte de la leyenda dice que este demonio que vive bajo tierra, aparece en las noches de Diciembre, merodeando las calles durante dos semanas, haciendo sonar campanas y cadenas oxidadas para asustar a los niños pequeños. Su imagen presenta un rostro diabólico está acompañado de una larga lengua roja, con cuernos en la frente y mirada enfermiza. Tiene el cuerpo cubierto por un oscuro y tupido pelaje, y sus patas son similares a las de un fauno. En muchas imágenes es ilustrado con una canasta en su espalda, en donde coloca a los niños malos para llevarlos al infierno, este demonio es conocido por no repartir dolor, dolor y miedo, porque el castigo al mal comportamiento nunca ha sido la ausencia de regalos sino el dolor, la desesperación y la suplica.

Krampus fue aislado y condenado por la iglesia católica, por ser un demonio pagano, pero no se logro erradicar una tradición tan arraigada. A finales del siglo XX las fiestas de disfraces y reuniones sociales recuperaron la figura del Krampus. Ahora los jóvenes de muchas zonas de Europa como Austria y Hungría se disfrazan de Krampus mientras se divierten y asustan a los niños en divertidas cabalgatas. En Austria, durante el día de San Nicolás, llamado también la noche de Krampus “Krampusnacht”, muchos adultos disfrazados de esta criatura con trajes que pueden superar los 40kg de peso, comienzan un antiguo ritual conocido hasta el presente como la “Carrera del Krampus”, en el que los disfrazados portan antorchas y se abren paso por las calles asustando y fustigando con ramas secas a mayores y niños. Esas noches de terror y mascarada se volvieron tan populares que eventualmente el 5 de diciembre se declaro oficialmente la Noche de Krampus. La adoración de Krampus fue tan común que resultaba normal recibir tarjetas de navidad con el mensaje ““Saludos de Krampus.” Pero la iglesia prohibió la noche de krampus por considerarla una fiesta de celebración del demonio. no todas las manifestaciones culturales y religiosas lograron sobrevivir intactas el traspaso a la cultura anglosajona. Por ejemplo, muy pocas familias mantuvieron la celebración de San Nicolas el 5 de diciembre, San Nicolás se convirtió en Santa Claus y se modifico la fecha de entrega de los regalos, -del 5 de dicembre a la víspera de la navidad-. Probablemente a los ejecutivos de Coca Cola –a quienes se les atribuye la invención de la moderna imagen de Santa Claus– no consideraron políticamente correcto mantener a Krampus, un diablo cornudo y violento como compañero de Santa Claus y fue suprimido. A pesar que la pagana celebración de navidad hoy en día ha sido completamente endulzada y comercializada, muchos de los antecedentes de la navidad pueden ser identificados en los oscuros orígenes de la leyenda del Krampus. Si se mira la paralela dualidad que existía entre el generoso Santa Claus y el diabólico Krampus, se podría lanzar la hipótesis que Santa Claus y Krampus no pasaron a ser separadas entidades, sino que se fundieron en uno solo. Por ejemplo, así se podría justificar porque Santa heredo un atuendo de color rojo que inicialmente fue característico de Krampus. Los Krampus de hoy día recorren las calles en la noche tocando campanas, gritando, danzando festivamente al son de música techno y todavía cumplen su misión de asustar tanto a niños como adultos.

El Tomte, terror de las Navidades


Navidad siempre ha sido una época ideal para que los más pequeños sueñen con dulces y regalos. Sin embargo, no hay que olvidarnos de que también en estos días, las criaturas de la oscuridad pueden acechar. Una leyenda muy popular en los países escandinavos como Noruega y Dinamarca, es la del Tomte, un malvado duendecillo que en invierno se dedica a hacer de las suyas, para impedir que los demás puedan disfrutar las fiestas.

El tomte es un hombre muy pequeñito, aun más que un enano, que tiene una barba blanca y muy larga, un solo ojo en el rostro y el atuendo de un granjero. Además, es muy anciano y malicioso.

Cada vez que llega la Navidad, el Tomte se mete en las casas de la gente desprevenida para robarse sus regalos, pues le molesta mucho que nadie le obsequie nada. Además, si hay animales en el hogar gusta de meterse con ellos, robarse a los niños pequeños o asfixiarlos. En el pasado, se pensaba de él que agriaba la leche y espantaba al ganado.

Su único ojo es como un carbón ardiente que despierta temor en cualquier niño. Con él, es capaz de ver el alma egoísta de los chiquillos que han sido malos durante todo el año y los adultos que han perdido toda su inocencia.

Otro de los pasatiempos preferidos de este maligno ser son las bromas pesadas, en las cuales es un experto. Sabiendo que la época de navidades es un tiempo para compartir y estar en paz con los demás, a él le encanta ocasionar malentendidos que provoquen discordia y odio entre las personas. Si una familia llega a estar enojada durante las vísperas de la Navidad, se dice que el Tomte ha despertado sus peores sentimientos.

No obstante, algo en lo que de verdad es un experto, es asustando a los niños que se quedan despiertos hasta tarde para tratar de sorprender a Santa Claus. A los que corren con la mala suerte de ser sorprendidos por este peculiar duendecillo, les esperan horribles pesadillas. El Tomte se les puede abalanzar para intentar morderlos en las manos o en el rostro, los puede arrastrar debajo de la cama hasta que el cuero cabelludo les escueza como si se hubieran quemado con fuego y hasta maldecir, con el único fin de que al crecer se conviertan en adultos infelices.

La única forma de protegerse de él, consiste en cerrar puertas y ventanas, estar de buen humor y ser generoso con los demás, pues las buenas acciones lo mantienen lejos.

Aun así, cada vez que llegan las noches frías y oscuras de diciembre, hay niños escandinavos que juran ver a un siniestro hombrecillo bailando y riendo en medio de la nieve, acechándolos con su único ojo y amenazando con llevarse sus regalos si no son buenos.

Si alguna vez viajas por aquellas tierras en Navidad y escuchas una risa extraña fuera de la ventana, mejor no te asomes: podrías ver al Tomte y llevarte la peor sorpresa de tu vida.

Lo que puede comprar el dinero


El dinero puede comprar una casa, pero no un hogar.
El dinero puede comprar un reloj, pero no el tiempo.
El dinero puede comprar una cama, pero no el sueño.
El dinero puede comprar un libro, pero no el conocimiento.
El dinero puede pagar un médico, pero no la salud.
El dinero puede comprar una posición, pero no el respeto.
El dinero puede comprar la sangre, pero no la vida.
El dinero puede comprar sexo, pero no el amor.
Con dinero podemos comprar una cama, pero no un sueño.
Con dinero podemos comprar libros, pero no cultura.
Con dinero podemos comprar comida, pero no apetito.
Con dinero podemos comprar adornos, pero no la belleza.
Con dinero podemos comprar una casa, pero no un hogar.
Con dinero podemos comprar medicinas pero no salud.
Con dinero podemos comprar lujos pero no simpatía.
Con dinero podemos comprar diversiones, pero no felicidad.
Con dinero podemos comprar un crucifijo, pero no un Salvador.
Con dinero podemos comprar una iglesia, pero no el cielo.
Y recuerda que lo que el dinero no puede comprar, Dios nos lo da diariamente, sin cobrar!