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El lenguaje del amor.


¿Cómo habla el Amor?
Sobre una mejilla en su tenue rubor,
Y en la palidez que le sucede, en aquel
Temblor de unos ojos que huyen,
-la sonrisa que se convierte en suspiro-
Así habla el Amor.

¿Cómo habla el Amor?
Por la desigualdad de dos corazones que palpitan,
Monstruo que en el pulso vibra, inmóvil ante el dolor,
Mientras nuevas emociones, como insólitas barcas
Que a lo largo de las venas trazan su inquietante curso;
-como el amanecer, con la fuerza súbita del amanecer-
Así habla el Amor.

¿Cómo habla el Amor?
Cuando evitamos aquello que buscamos,
El silencio repentino que nos asalta cuando
Contemplamos el ojo que brilla con su lágrima esquiva,
Cuando la alegría nos arrebata el corazón del pecho
-conociendo de memoria los nombres divinos-
Así habla el Amor.

¿Cómo habla el Amor?
En el orgulloso espíritu que crece mansamente,
En el corazón altanero creciendo humilde; en la cálida
Luz sin nombre que inunda el mundo con su esplendor;
En la semejanza donde los ojos trazan
En todas las cosas justas el rostro amado;
En el tímido roce de las manos que se estremecen,
-en los labios y las miradas que ya no disimulan-
Así habla el Amor.

¿Cómo habla el Amor?
Cuando las palabras pronunciadas parecen tan débiles
Que se someten al silencio; en el fuego
Que abate las miradas, destellos rápidos y más altos,
Como relámpagos que preceden la furia de la tormenta;
En lo profundo: sentimental quietud;
En la cálida marea apasionada que barre las venas
Entre las orillas del deleite y el dolor;
En el abrazo que se derrite en la locura del placer,
-en el arrebato convulsivo de un beso-
Así habla el Amor.

Canto de Aengus el vagabundo.


Fui al bosque de avellanos,
Porque sentía un fuego en mi cabeza,
Y corté y pelé una rama de avellano,
Y enganché una baya en el hilo;
Y mientras volaban las polillas blancas,
Y estrellas como polillas titilaban,
Solté la baya en el arroyo
Y atrapé una pequeña trucha dorada.

Cuando la hube dejado en el suelo
Fui a avivar las lenguas fuego,
Pero algo susurró en el suelo,
Y alguien me llamó por mi nombre:
Se había convertido en una joven de sutil resplandor
Con flores de manzano en su cabello
Que me llamó por mi nombre y corrió
Y se desvaneció en el claro aire.

Aunque ya estoy viejo de vagar
Por tierras bajas y tierras montañosas,
Descubriré dónde se ha ido,
Y besaré sus labios y tomaré sus manos;
Y caminaré por la larga hierba de colores,
Y aferraré hasta el fin de los tiempos
Las plateadas manzanas de la luna,
Las doradas manzanas del sol.

El Rey de los Elfos.


¿Quién cabalga tan tarde a través del viento y la noche?
Es un padre con su hijo.
Tiene al pequeño en su brazo
Lo lleva seguro en su tibio regazo.

"Hijo mío ¿Por qué escondes tu rostro asustado?"
"¿No ves padre al Rey de los Elfos?
¿El Rey de los Elfos con corona y manto?"
"Hijo mío es el rastro de la neblina."

"¡Dulce niño ven conmigo!
Jugaré maravillosos juegos contigo;
Muchas encantadoras flores están en la orilla,
Mi madre tiene muchas prendas doradas."

"Padre mío, padre mio ¿no oyes
Lo que el Rey de los Elfos me promete?"
"Calma, mantén la calma hijo mío;
El viento mueve las hojas secas. "

"¿No vienes conmigo buen niño?
Mis hijas te atenderán bien;
Mis hijas hacen su danza nocturna,
Y ellas te arrullarán y bailarán para que duermas."

"Padre mío, padre mío ¿no ves acaso ahí,
A las hijas del Rey de los Elfos en ese lugar oscuro?"
"Hijo mío, hijo mío, claro que lo veo:
Son los árboles de sauce grises."

"Te amo; me encanta tu hermosa figura;
Y si no haces caso usaré la fuerza."
"¡Padre mío, padre mío, ahora me toca!
¡El Rey de los Elfos me ha herido!"


El padre tiembla y cabalga mas aprisa,
Lleva al niño que gime en sus brazos,
Llega a la alquería con dificultad y urgencia;
En sus brazos el niño estaba muerto.

El reino del amor.



En el amanecer del día, cuando el mar y la tierra
Reflejan la salida del sol encima,
Avancé, con el corazón lleno de coraje y alegría,
Para buscar el reino del amor.
Le pregunté a un poeta que conocí en el camino,
Qué encrucijada me llevaría correctamente,
Y él dijo: "Sígueme, y dentro de poco verás
Sus torres resplandecientes de luz."

Y pronto a la distancia brillaba una ciudad;
"Mira hacia allá", dijo, "¡ahí resplandece!"
Pero, ¡ay! por la esperanza que estaba condenada a la desesperación,
Era sólo el Reino de los Sueños.
A continuación le pregunté a un alegre caballero,
Y él me dijo: "Sígueme, sígueme".
Y con la risa y el canto a toda velocidad partimos
A las costas del hermoso mar de la vida,

Hasta que llegamos a un valle tropical
Más lejano que el maravilloso Valle de Cachemira,
Y vi desde una enramada una cara como una flor
Sonriéndole al caballero alegre,
Y él dijo: "Hemos llegado a la meta de la humanidad,
Aquí el amor y el placer son intensos".
Pero, ¡ay! ¡ay de mí! por la esperanza de mi alma
Era sólo el Reino de la Sensación.

Mientras viajaba más despacio, me encontré en el camino
Un carruaje con rezagados detrás,
Y ellos dijeron: "Síguenos, pues la morada de nuestra Dama
Pertenece al reino que debes encontrar."
Fue una gran señora de la moda, una novia recién casada;
Los seguí, atrevida y llena de coraje.
Pero mi esperanza se desvaneció, al igual que los últimos rayos del día,
Porque arribamos al Reino de Oro.

En la puerta de una casa le pregunté a una hermosa doncella.
"He oído hablar de ese Reino," contestó ella,
"Pero nunca mis pies vagan por el Reino del Hogar,
Y no conozco el camino", suspiró.
Miré dentro de la casa, ¡cuán acogedora parecía!
Y la doncella era tan bella como una paloma.
Una gran luz glorificó mi alma mientras yo lloraba,
¡Por qué el hogar es el Reino del Amor!

Corazón coraza


Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza

porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro

porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.

El viento en la isla


El viento es un caballo:
óyelo cómo corre
por el mar, por el cielo.

Quiere llevarme: escucha
cómo recorre el mundo
para llevarme lejos.

Escóndeme en tus brazos
por esta noche sola,
mientras la lluvia rompe
contra el mar y la tierra
su boca innumerable.

Escucha como el viento
me llama galopando
para llevarme lejos.

Con tu frente en mi frente,
con tu boca en mi boca,
atados nuestros cuerpos
al amor que nos quema,
deja que el viento pase
sin que pueda llevarme.

Deja que el viento corra
coronado de espuma,
que me llame y me busque
galopando en la sombra,
mientras yo, sumergido
bajo tus grandes ojos,
por esta noche sola
descansaré, amor mío.

TENGO MIEDO DE TI...


Tengo miedo de ti,
de mí,
del mundo, del aire,
del amor, de la sombra.
Tengo miedo de todo.
¡Tengo miedo del miedo!
Tengo miedo a caer
sin nombre,
sin memoria y sin cuerpo,
en la eternidad
del olvido y del silencio.

¿Para qué soy
si para siempre dejaré de serlo?

LLUEVE SOBRE EL CAMPO VERDE


Llueve sobre el campo verde...
¡Qué paz! El agua se abre
y la hierba de noviembre
es de pálidos diamantes.

Se apaga el sol; de la choza
de la huerta se ve el valle
más verde, más oloroso,
más idílico que antes.

Llueve; los álamos blancos
se ennegrecen; los pinares
se alejan; todo está gris
melancólico y fragante.

Y en el ocaso doliente
surgen vagas claridades
malvas, rosas, amarillas,
de sedas y de cristales...

¡Oh la lluvia sobre el campo
verde! ¡Qué paz! En el aire
vienen aromas mojados
de violetas otoñales.

EL MIEDO


Qué pasó? Qué pasó? Cómo pasó?
Cómo pudo pasar? Pero lo cierto
es que pasó y lo claro es que pasó,
se fue, se fue el dolor a no volver:
cayó el error en su terrible embudo,
de allí nació su juventud de acero.
Y la esperanza levantó sus dedos.
Ay sombría bandera que cubrió
la hoz victoriosa, el peso del martillo
con una sola pavorosa efigie!

Yo la vi en mármol, en hierro platean,
en la tosca madera del Ural
y sus bigotes eran dos raíces,
y la vi en plata, en nácar, en cartón,
en corcho, en piedra, en cinc, en
alabastro,
en azúcar, en piedra, en sal, en jade,
en carbón, en cemento, en seda, en
barro,
en plástico, en arcilla, en hueso, en
oro
de un metro, de diez metros, de cien
metros,
de dos milímetros en un grano de
arroz,
de mil kilómetros en tela colorada.
Siempre aquellas estatuas estucadas
de bigotudo dios con botas puestas
y aquellos pantalones impecables
que planchó el servilismo realista.
Yo vi a la entrada del hotel, en medio
de la mesa, en la tienda, en la
estación,
en los aeropuertos constelados,
aquella efigie fría de un distante:
de un ser que, entre uno y otro
movimiento,
se quedó inmóvil, muerto en la
victoria.
Y aquel muerto regía la crueldad
desde su propia estatua innumerable
aquel inmóvil gobernó la vida.

MARIPOSA DE OTOÑO


La mariposa volotea
y arde con el sol a veces.

Mancha volante y llamarada,
ahora se queda parada
sobre una hoja: que la mece.

Me decían: No tienes nada.
No estás enfermo. Te parece.

Yo tampoco decía nada.
Y pasó el tiempo de las mieses.

Hoy una mano de congoja
llena de otoño el horizonte.
Y hasta de mi alma caen hojas.

Me decían: No tienes nada.
No estás enfermo. Te parece.

Era la hora de las espigas.
El sol, ahora,
convalece.

Todo se va en la vida, amigos.
Se va o perece.

Se va la manó que te induce.
Se va o perece.

Se va la rosa que desates.
También la boca que te bese.

El agua, la sombra y el vaso.
Se va o perece.

Pasó la hora de las espigas.
El sol, ahora,
convalece.

Su lengua tibia me rodea.
También me dice: Te parece.

La mariposa volotea,
revolotea,
y desaparece.